Me encuentro en El Bolsón (Argentina) parado por la lluvia. Esta localidad es conocido por tener una gran cantidad de hippies que empezaron a llegar en los años 70. Actualmente es un reclamo turístico mas con un mercado de artesania 4 días a la semana donde los hippies y demás artesanos venden sus productos en la plaza del pueblo. Durante los 2 últimos días un incendio a estado descontrolado a pocos kilometros del pueblo, pero hoy se habrá apagado porque lleva todo el día lloviendo.
Muchos kilómetros me quedan todavía por pedalear, pero no puedo evitar una sensación de despedida. Durante las últimas semanas he recorrido una de las regiones más aisladas de Chile, y he disfrutado de una naturaleza salvaje, virgen, en un contacto directo con ella.
Sin embargo, los últimos días la presencia humana se iba haciendo cada vez más patente y esa magia de la Ruta Austral se ha ido rompiendo. Ya no estaba tan solo. Me despido pues de la Carretera Austral, un adiós sin tristeza, dulce, y lleno de agradecimiento.
Por otra parte, creo que me va a venir bien abandonar este aislamiento, pues después de dos meses de solitaria pedaleada por estas tierras del sur, empiezo a padecer la falta de compañía. Desde que inicie la Carretera Austral, los encuentros con otros ciclistas se han ido haciendo más frecuentes. Al principio estos encuentros eran siempre acogidos con sorpresa, por ser los primeros, aunque resultaban un poco fríos, algunas preguntas sobre los destinos y puntos de partida de cada uno, información sobre la ruta, furtivas miradas a las monturas del otro (a ver quién la tiene más grande...), buenos deseos para el viaje... y poco más.Sin embargo, los últimos días la presencia humana se iba haciendo cada vez más patente y esa magia de la Ruta Austral se ha ido rompiendo. Ya no estaba tan solo. Me despido pues de la Carretera Austral, un adiós sin tristeza, dulce, y lleno de agradecimiento.
Las últimas veces que veía aparecer una silueta ciclista en el horizonte, mi corazón comenzaba a latir con alegría, e incluso me ponía a saludar con la mano en la distancia... poco faltaba para que al llegar a su altura me echara bajo sus ruedas, mendigando un poco de conversación. Y a todos los ciclistas que me he cruzado, que han sido muchos, he repetido esperanzado la misma pregunta "¿Sabéis si llevo alguien delante mía?" Y siempre, he obtenido la misma respuesta: nadie pedalea delante tuyo. Ni siquiera con una semana de ventaja, nada,... ¡nadie! Todo el mundo se dirige al sur. Hasta que por fin un día al empezar a pedalear cual es mi sorpresa al encontrarme a 2 ciclistas, pero esta vez no ivan en dirección contraria sino que ivan hacia el norte como yo. Uno era Carlos, un segoviano del que habia tenido noticias desde hace más de un mes y el otro era Daniel un suizo con los que compartí unos dias agradables de pedaleo, bueno carlos y yo seguimos viajando juntos porque 2 meses de estar solo son suficientes y ahora tenemos pensado proseguir juntos.
Pasamos por el Parque Nacional del Queulat, una selva en medio de la carretera austral con una vegetación espesísima y una humedad que por la noche parecia que hubiese llovido. Casi no encontramos sitio para poner las tiendas de campaña porque todo estaba invadido por la vegetación y ya no era una sola, sino que tenías me encontrar sitio para tres.
Al día siguiente estuvimos en las fiestas de Santa Lucia pueblo de unos 2000 habitantes que celebraba su cumpleaños numero 48 (el pueblo fue creado en 1963). La verbena era en el polideportivo y el grupo musical era de la zona (musica tradicional), lo más curioso es que entre una canción y otra la gente sale de la pista de baile y se sienta fuera hasta que empieza la siguiente canción con lo que los cuatro gringos que estabamos nos quedamos solos en medio. Ya estaba necesitado de un dia de fiesta tanta bici no es bueno y al dia siguiente de descanso al rio del pueblo.
También tuve mi primer problema mecánico serio, se me rompio la parrilla de la bici en medio de ninguna parte y tuve que ponerme a hacer dedo. Estaba a 50 km del pueblo más cercano y era la hora de comer. No pasaba ni dios, al poco pasó un pastor que llevaba un toro salvaje que se le habia escapado. Menos mal que me aviso porque vaya morlaco. Sólo estuve 3 horas tirado y tras 10 o 11 coches, uno paró y me llevó hasta Futaleufu donde pude comprar una parrilla nueva.
No os he contado los 2 problemas del calor aquí. Uno es que han llegado los tábanos, insectos infernales, de siniestro color negro y rojo, que vuelan en desorganizadas escuadras de insoportable zumbido. Aún con el culotte y la camiseta puesta ellos se empeñan en morder y los jodios lo consiguen, ni la ropa me salva. El otro es que al estar tan seco el camino cuando acabas de pedalear tienes una capa de mierda de dos centimetros proveniente del polvo que levantan los coches, de la crema solar y del sudor.
Y bueno, poco más que contar. Llueve y la temperatura es de doce grados: antes esta perspectiva pospondré mi salida hasta que el tiempo mejore, y aprovecharé para reponer energías en esta ciudad en toda regla, con sus calles llenas de coches, supermercados ... le dicen civilización.Pasamos por el Parque Nacional del Queulat, una selva en medio de la carretera austral con una vegetación espesísima y una humedad que por la noche parecia que hubiese llovido. Casi no encontramos sitio para poner las tiendas de campaña porque todo estaba invadido por la vegetación y ya no era una sola, sino que tenías me encontrar sitio para tres.
Al día siguiente estuvimos en las fiestas de Santa Lucia pueblo de unos 2000 habitantes que celebraba su cumpleaños numero 48 (el pueblo fue creado en 1963). La verbena era en el polideportivo y el grupo musical era de la zona (musica tradicional), lo más curioso es que entre una canción y otra la gente sale de la pista de baile y se sienta fuera hasta que empieza la siguiente canción con lo que los cuatro gringos que estabamos nos quedamos solos en medio. Ya estaba necesitado de un dia de fiesta tanta bici no es bueno y al dia siguiente de descanso al rio del pueblo.
También tuve mi primer problema mecánico serio, se me rompio la parrilla de la bici en medio de ninguna parte y tuve que ponerme a hacer dedo. Estaba a 50 km del pueblo más cercano y era la hora de comer. No pasaba ni dios, al poco pasó un pastor que llevaba un toro salvaje que se le habia escapado. Menos mal que me aviso porque vaya morlaco. Sólo estuve 3 horas tirado y tras 10 o 11 coches, uno paró y me llevó hasta Futaleufu donde pude comprar una parrilla nueva.
No os he contado los 2 problemas del calor aquí. Uno es que han llegado los tábanos, insectos infernales, de siniestro color negro y rojo, que vuelan en desorganizadas escuadras de insoportable zumbido. Aún con el culotte y la camiseta puesta ellos se empeñan en morder y los jodios lo consiguen, ni la ropa me salva. El otro es que al estar tan seco el camino cuando acabas de pedalear tienes una capa de mierda de dos centimetros proveniente del polvo que levantan los coches, de la crema solar y del sudor.
Salud y risas. 2734 km.
http://patadecabraenbici.blogspot.com/2011/03/musica-ciclista.html
ResponderEliminarUn fuerte Abrazo